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martes, 28 de junio de 2011

FAMILIA Y CRISIS SITUACIONALES

Con la denominación de crisis situacionales o no normativas, se hace referencia a los cambios producto de eventos inesperados en la vida de una persona o la familia, que se caracterizan por amenazar la supervivencia o la seguridad del grupo que la vivencia, lo que genera una intensa sensación de desvalimiento.

Dentro de las crisis no normativas encontramos de diversos tipos:
a. Por adición:
• Embarazo no deseado.
• Embarazo adolescente.
• Llegada de alguien no planificado a vivir al hogar.

b. Por pérdida:
• Aborto espontáneo o provocado.
• Accidentes y/o delitos en la familia.
• Pérdida del trabajo de uno de los sostenedores económicos de la familia.
• Separación o divorcio de la pareja.
• Muerte repentina de un miembro de la familia.
• Hospitalización de algún miembro de la familia nuclear.
• Hijos que se fugan del hogar.
• Recibir el diagnóstico de infertilidad en la pareja.

c. Por cambio de estatus:
• Cesantía prolongada, especialmente de uno o ambos padres.
• Prisión de alguno de los miembros.
• Expulsión escolar de alguno de los hijos.
• Deserción escolar de alguno de los hijos.
• Alcoholismo o abuso de sustancias de uno o más miembros de la familia.
• Exilio forzado, por razones políticas o económicas.

La familia experimenta estas situaciones como catastróficas, por lo que la deja en un estado psicológico de ansiedad, confusión y desorganización que siente como una amenaza insuperable con los recursos existentes, por lo tanto, significa que la familia tendrá que desarrollar nuevas estrategias para enfrentar la situación.

Estas crisis al ser inesperadas, no existe la posibilidad de prevenirlas ni prepararse para enfrentarlas, por esto tienden a desorganizar mucho a la familia. Además, sus consecuencias generalmente tienden a ser más traumáticas y menos positivas que los efectos de las crisis normativas.

La forma en que una familia enfrente las diversas crisis no normativas que se le presenten a lo largo de la vida dependerá de algunos factores generales a considerar :

• La percepción que la familia tenga del problema, ya que, lo que una familia puede considerar como un problema grave, para otra puede que no lo sea tanto y logren reorganizarse rápidamente para enfrentarlo.

• La fortaleza del yo de cada uno de los miembros de la familia, que dependerán de sus historias vitales y de las dinámicas relacionales establecidas al interior de la familia.

• Mecanismos de enfrentamiento conscientes e inconscientes predominantes en la familia, especialmente en los padres quienes se encuentran en la posición de adultos responsables del grupo.

• Red de apoyo familiar y social con que cuenta la familia nuclear dentro del contexto en el que se desenvuelve.

En base a esto, se podrían considerar los síntomas de alguno de los miembros o los problemas familiares, como intentos fallidos de enfrentar las crisis (normativas o no normativas) y adaptarse a las situaciones, lo que le habla al terapeuta de las posibles dificultades que tiene una familia y cómo se puede intervenir para apoyarla.

Según Florenzano existen ciertos indicadores específicos de que una familia se encuentra en crisis:
a. Incapacidad de los miembros para realizar roles y tareas habituales.
b. Incapacidad para tomar decisiones y resolver problemas.
c. Incapacidad para cuidar a los demás en la forma habitual.
d. Cambio de foco de la supervivencia familiar a la supervivencia individual.

Cuando se observar algunos de estos indicadores, es un buen momento para intervenir, ya que las crisis debilitan al grupo familiar, y es habitual que en estas circunstancias busquen ayuda de un especialista que los pueda apoyar para lograr salir adelante.

En un momento de crisis la familia se da cuenta que no puede seguir igual, que necesitará cambiar para lograr salir de la crisis, por lo tanto, entran en un proceso de adaptación en la cual aúnan esfuerzos para reestablecer el equilibrio del sistema

La idea es que el especialista apoye a la familia en el procesos de adopción de las estrategias necesarias para que logran superar la crisis, orientándose en todo a momento a que la familia logre realizar los cambios necesarios para que las demandas al sistema se enfrenten sin recargar en exceso a ningún miembro de la familia, de tal modo que no tenga que desarrollar algún síntoma, tales como la depresión de la madre para evitar la independencia de un hijo o que uno de los hijos tenga que estar en el medio de la pareja de padres para evitar los conflictos conyugales o uno de los hijos desarrolle trastornos alimenticios, etc.

La meta final de las intervenciones del especialista, deben ser lograr la salud física y mental de los miembros de la familia, desarrollando un funcionamiento óptimo de sus roles, que permita que cada uno de los miembros sea acompañado y apoyado en el desarrollo de sus etapa del ciclo vital individual, al mismo tiempo que todos juntos logran desarrollar las tareas del ciclo vital familiar, lo que permitirá que la familia mantenga su integridad

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